viernes, 2 de diciembre de 2011

La ciencia al servicio del destino


 La espera no se hizo de rogar. Tras unos pocos minutos después de haber llegado a recepción le pusieron encima del mostrador un sobre con el resultado de las pruebas médicas. Su corazón era un potro desbocado que quería salirse de su pecho y sus manos le temblaban tanto que parecía estar haciendo juegos malabares con aquel sobre. Se sentó con esfuerzo para poder abrirlo. Y allí, en aquel lugar tan gris, rodeado de gente a la que no conocía y mucho menos importaba conoció los resultados del informe. La "ley de Murphy" se cumplió para su desgracía, poseía una de aquellas enfermedades que no tenían cura, al igual que su padre, su abuelo, bisabuelo, etc. Su vida parecía no importarle tanto como el hecho de no poder tener descendencia. Aquella idea le obsesionaba. No quería dejar una herencia tan nefasta a un hijo suyo, sería demasiado cruel ver nacer a alguien con "fecha de caducidad". Quería que su apellido no mueriese con él, pero, ¿a qué precio? Como el dinero no era un problema visitó a los mejores especialistas. Y casi todas las sugerencias iban en la misma dirección, "la manipulación genética" de las células reproductoras. Por fin una solución y aún no era tarde, ni mucho menos,  para llevarla a cabo.
Tras varios minutos en un baño ajeno y con unas revistas lujuriosas, que le hacían pensar en la vecina del 5º, pudo producir una muestra nada desdeñable. Los científicos se la robaron de las manos cuando aún estaba caliente, para verterla en sus recipientes de muestreo y manipulación. La ciencia como una gran maga lo consiguió. Aquellas células eran perfectas, desprovistas de enfermedades y defectos. El vastago sería un ser apolíneo: fuerte, de 1.85 m, inteligente, guapo, etc.
Su mujer, estatua de piedra en las decisiones importantes, estaba encantada con aquella criatura, sobre todo cuando lo miraba a esos ojos color esmeralda y a esa sonrisa que le provocaban un estallido de sentimientos maternales.
Creció feliz, ya que, la salud, la inteligencia y la belleza contribuyen bastante a este estado.
Pasaron 18 años desde su nacimiento, para entonces ya era huérfano de padre, pero, lo habían preparado para este momento y lo superó como cualquier ser humano de a pie.
Se le conocía una amiga especial, a la que iba a visitar en moto casi todas las noches. Empezaba a conocer el amor y creo que por eso siempre llevaba esa sonrisa en la boca. En una de aquellas magníficas noches, en las que iba a la alcoba de su enamorada, cuando se despedía de ella hasta mañana, subió a la moto y le dio un largo y emotivo beso, parecía el preludio de lo que iba a pasar. Arrancó la moto y cuando llevaba recorrido unos 30 metros se volvió, moto en marcha, para verla. Esta sería la última imagen que sus ojos admirasen, pues, al volverse se desequilibró e invadió el carril contrario, con la desgracia de que en ese instante una furgoneta de mudanzas ocupaba el mismo espacio en el mismo momento en el que él también lo hacía. Aquel ser perfecto, al que se le aventuraba una larga vida no soportó el impacto. Nadie contaba que el destino sería la enfermedad que acabaría con su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario