miércoles, 9 de diciembre de 2015

Aquello que nunca ocurrió.



Parece mentira que un lugar y un momento puntual sean suficientes para remover las entrañas y despertar a dos fuerzas vivas en estado de letargo. La Teoría del Caos se hacía valer. El tiempo, la coincidencia, las palabras y el desacuerdo alimentaban cada día más a una bestia llamada deseo. Así se hicieron cómplices en la clandestinidad y poco a poco adquirieron confianza para dar rienda suelta a su imaginación. Se contaron todo aquello que jamás antes se atrevieron a contar pero que les estremecía como un escalofrío que recorría sus cuerpos desde la cabeza a los pies. Caricias, susurros, juegos, situaciones imposibles, lugares prohibidos, todo esto y más se confiaron. Eran insaciables y esclavos de aquel maldito deseo que no daba lugar a la pasión. Parecía increíble que tras innumerables confesiones siempre surgiese una situación innovadora, recurrente, morbosa, lasciva. Todo era una locura intangible pero tan real que les estaba afectando. De repente el miedo se interpuso entre ambos. Aun así no podían sosegar el deseo, era como apagar el Sol. Entonces decidieron ocultarlo como se oculta el Sol bajo una sombrilla de playa. Y así, de una forma ignominiosa se detiene esta historia de pasión cuyo final es inevitable. Por eso recuerdan continuamente aquello que nunca ocurrió.

domingo, 25 de octubre de 2015

TE VENDO POR UNA COPA


TE VENDO POR UNA COPA 

“Y cambiar a una madre por otra copa”, así decían los magníficos Héroes del Silencio en su canción Flor Venenosa. Pues sí, hay gente capaz de vender a su madre por una copa y por algo peor en mi humilde opinión, como ridiculizarla para elevar su puto ego. Esta gentuza convive con nosotros día a día, en el trabajo, en nuestra comunidad, en el gimnasio, etc. Hay que tener cuidado porque cuando eres una persona educada y respetuosa es fácil de que te conviertas en la presa de estos imbéciles acomplejados, frustrados con baja autoestima y muy muy lameculos. Puedes estar disfrutando de un buen día en compañía de amigos, donde este “elemento” se mimetiza perfectamente, y en un momento dado oyes una parida refiriéndose a tu persona con el único objetivo de ofenderte y humillarte por simple egolatría. Entonces se te pasan por la cabeza un abanico de posibilidades con el que te puedes “defender”: 1) hacer como que no lo has oído y maldecir para tus adentros; 2) reírte como si te hubiese hecho gracia que te dejen como una mierda delante de gente; 3) contestarle en la misma línea, lo cual es peor, porque después te hará sentir que te has picado por una cosa sin importancia; y por último 4) encararte a él y decirle en su puta cara que es gilipollas. Por desgracia, la elecciones que prevalecen son la 1 y la 2, lo que hace que te vayas a casa maldiciendo y pensando, ¿soy buena persona o tonto?