jueves, 22 de diciembre de 2016

Andaba por la calle aturdido y absorto. Había pasado y paseado por aquel lugar miles de veces y jamás oyó el trinar de los pájaros como ese día. La gente lo saludaba y el seguía hacia delante haciendo caso omiso del detalle que tenían con él aquellas personas. Su paso era firme pero sin rumbo. Era más consciente de todo lo que le rodeaba. Se percató de pequeños detalles en los que antes no había recabado. Su pituitaria le permitió diferenciar distintos olores. Su boca estaba seca y su lengua rasposa. Su piel notaba cada una de las prendas que su cuerpo vestía. Hacía una hora que un doctor, como un ángel anunciador, le dijo que le quedaban 3 meses de vida.