miércoles, 9 de diciembre de 2015

Aquello que nunca ocurrió.



Parece mentira que un lugar y un momento puntual sean suficientes para remover las entrañas y despertar a dos fuerzas vivas en estado de letargo. La Teoría del Caos se hacía valer. El tiempo, la coincidencia, las palabras y el desacuerdo alimentaban cada día más a una bestia llamada deseo. Así se hicieron cómplices en la clandestinidad y poco a poco adquirieron confianza para dar rienda suelta a su imaginación. Se contaron todo aquello que jamás antes se atrevieron a contar pero que les estremecía como un escalofrío que recorría sus cuerpos desde la cabeza a los pies. Caricias, susurros, juegos, situaciones imposibles, lugares prohibidos, todo esto y más se confiaron. Eran insaciables y esclavos de aquel maldito deseo que no daba lugar a la pasión. Parecía increíble que tras innumerables confesiones siempre surgiese una situación innovadora, recurrente, morbosa, lasciva. Todo era una locura intangible pero tan real que les estaba afectando. De repente el miedo se interpuso entre ambos. Aun así no podían sosegar el deseo, era como apagar el Sol. Entonces decidieron ocultarlo como se oculta el Sol bajo una sombrilla de playa. Y así, de una forma ignominiosa se detiene esta historia de pasión cuyo final es inevitable. Por eso recuerdan continuamente aquello que nunca ocurrió.

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