lunes, 4 de julio de 2011

Eres un embaucador

- ¿Qué pasa tío?
- Pues nada, acabo de terminar de trabajar y me estoy aseando un poco para...
- Seguro que te vas a tu casa.
- ¿Dónde mejor? Después de un largo día de trabajo de acá para allá lo que más me apetece es estar con la familia, ¡qué llevo doce horas sin verla!
- Jajaja. Joder que calzonazos estás hecho. Vente a tomarte unas cervezas y deja a la mujer tranquila, que como se acostumbre..., le das el dedo y te coge el brazo.
- Pero si yo tengo mi tiempo de ocio, voy casi todos los días a correr a la playa, leo, ...
- Anda, anda, no te engañes más a tí mismo, que te pasas el día entero en el agujero pendiente de tu mujer. ¿No eres tú el que trabaja? Tómate tus licencias y...
- ¿Cómo? Mira. El despertador suena todos los días a las 7:30 am. Después de cinco minutos de remolonear me levanto, me aseo, desayuno y me voy. Cuando llego a la oficina, charlo con los compañeros, compartimos impresiones, nos reímos, comemos juntos, etc. Termina mi jornada laboral y vuelvo a casa.Entonces me encuentro a mi esposa dándole la merienda a las niñas, yendo de un lado para otro, con la cuchara llena de una mezcla de yogurt y fruta. Después de hacer muchos metros para que mis hijas coman, se preocupa por limpiar todo (que no es poco), pisadas de la mezcla, platos y vasos sucios, paredes con la marca de las manos, y un largo etcétera que me voy a ahorrar en contarte. Aún así tiene tiempo para recibirme con una sonrisa y un beso. Pero ahí no acaba todo, ella también se levanta a las 7:30 am, pero no remolonea los cinco minutos de rigor, se asea y desayuna. Limpia y prepara lo que puede antes de que las niñes se despierten porque cuando lo hacen deja todo, les prepara el desayuno para dárselo. Sigue haciendo labores del hogar, pero con un ojo en la casa y otro en las niñas, no sea que les pase algo. Luego llega el almuerzo, que es mucho peor que la merienda. Más tarde las intenta dormir entre nanas y cuentos, y cuando lo consigue come con prisas, para volver a recoger la casa antes de que las niñas escuchen el ruido de una mosca y ufff. ¿Quieres que siga? Yo creo que con esto puede bastar. Y ahora contéstame, ¿quién es el calzonazos, ella o yo? ¿Quién se coge el "brazo"?
- Ya, pero esa es su obligación - me decía a mí mismo frente al espejo del baño de la oficina-.
- ¡Ay, amigo mío!, ¿no sabes que "El egoísmo es el mayor de los embaucadores"?, por eso hoy soy inflexible y no me dejo embaucar.

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